Andrés Oppenheimer en este libro relata las investigaciones
que ha hecho durante muchos años basándose en: documentos de organizaciones reconocidas
internacionalmente, entrevistas, datos de las estadísticas de diferentes
países, conversaciones, noticias, discursos, etc; sobre el lugar que ocupa
América Latina en el panorama económico mundial en la actualidad y para el año
2020. Describe la situación económica, política, social, cultural, laboral, de
desarrollo, productividad, educación, investigación y tecnología de diferentes
países comparándola con la parte central y sur del continente americano
incluyendo a México.
Empieza hablando sobre 2 investigaciones casi confidenciales
que ubican a Estados Unidos, Europa y Asia como las potencias económicas en el
año 2020, enfocando la producción mundial hacia la demanda asiática más que a
la demanda norteamericana; mientras que sobre América Latina menciona: “La
región se ha vuelto irrelevante en el contexto mundial”. Dato que le preocupó
de sobremanera.
Los países desarrollados y con gran crecimiento económico
utilizan diferentes métodos, que América Latina no ha podido utilizar.
La inversión extranjera es uno de los principales factores
para mover y hacer crecer la economía de las naciones, recurso que ha utilizado
una China ex comunista en las últimas décadas y que le ha sido de una utilidad
inimaginable. China actualmente tiene un
aumento del 9% en el PIB anual y es la región más atractiva para los
inversionistas extranjeros. Se dice que sus cifras de crecimiento económico son
más elevadas, pero no se dan a conocer las reales.
El problema con los países latinoamericanos es que la
inversión no se puede ni promover ni atraer por 2 razones principales:
1. Gobiernos cerrados y totalitarios como Venezuela,
impiden la entrada a empresas multinacionales, argumentando “la pérdida de la
soberanía nacional”. Con lo que dentro de un entorno globalizado, solo han
conseguido aumentar la pobreza y la desigualdad social, siendo definidos como
países “espanta capitales”.
2. El obstáculo más grande para fomentar estas
inversiones, es el incremento desmedido de la inseguridad y delincuencia dentro
de las naciones en proceso de desarrollo en América. Este problema es en
realidad un círculo vicioso, mientras la desigualdad social crece, los ricos se
hacen más ricos y los pobres se hacen más pobres. La clase con menos
posibilidades y capacidades laborales (consecuencia de una educación y
evaluación de la misma ineficientes), busca la forma de conseguir dinero fácil de
la única forma en que podría hacerlo: a través del comercio informal, la migración
ilegal y la delincuencia. Esta situación ha sido de utilidad solo para los
políticos que crean campañas prometiendo mejorar este aspecto a través de
procesos que nunca se llevan a cabo o que solo solucionan una parte
microscópica de el problema real.
La competitividad de las empresas Latinoamericanas comparada
con la de los países desarrollados es insignificante y precaria. Nosotros
engrandecemos nuestra economía alentando el uso y exportación de materias
primas (sabiendo que este sector representa menos del 5% del PIB), cuando los otros países promueven y apoyan a
los sectores de industria y servicios (los más representativos del PIB). La
única forma en que la economía nacional puede crecer es cambiando este tipo de
comercio, al de servicios o al industrial, donde se le añade un valor agregado
al producto y se obtiene mayor utilidad fomentando el empleo. A través de
economías de escala, en donde se aprovechen los factores productivos de la zona
y con la ayuda eficiente del Estado, se pueden generar industrias competitivas
y rentables, como muy pocas empresas latinoamericanas lo han conseguido.
La visión del crecimiento económico nacional, no se debe
basar en las cifras propias de años anteriores; al contrario, debemos comparar
nuestro crecimiento con el de economías que estaban rezagadas hasta hace poco
tiempo y que ahora están creciendo gracias a las nuevas políticas que han
implementado como: Singapur, República Checa, Polonia, China, India, Taiwan y
como caso único: Chile, que gracias al seguimiento que los presidentes
recientes le han dado a las reformas impuestas por gobiernos anteriores, han
obtenido un crecimiento y una estabilidad económicas que no se han visto es los
países vecinos.
La educación es otro factor determinante. Sin priorizar el
porcentaje que los países destinen a su educación, la diferencia radica en que:
en las naciones poderosas, se estudian muchísimas más horas más que en los
países Latinoamericanos; la cultura de estudio está tan valorada, que es
totalmente normal hablar 2 o más idiomas, muy útiles en el mundo del siglo 21.
De igual manera las instituciones y los maestros son evaluados regularmente
para mantener los estándares necesarios en la calidad educativa. Los estudiantes de otras
naciones se están enfocando en ingresar a carreras que impulsen la innovación y
tecnología, entretanto en esta zona de América se ingresa más a carreras
relacionadas con ciencias sociales y política; área menos rentable y con menos
oportunidades de empleo. Por lo que se estima que en los próximos años México
tenga un promedio de 1, 500, 000 de universitarios desempleados. Sin contar la
enorme deserción escolar en todos los niveles.
Podemos resumir que América latina necesita:
·
Abrir su economía al comercio internacional.
·
Atraer la inversión extranjera y la inversión
nacional que está en el extranjero.
·
Mejorar el sistema político para dar seguridad a
los inversionistas.
·
Fomentar la creación de empresas nacionales competitivas
enfocadas a servicios e industrias, que ayuden a generar empleos formales y
reducir la pobreza; por lo tanto la delincuencia.
·
Invertir en investigación, innovación y
tecnología.
·
Mejorar el sistema educativo urgentemente.
·
Calificar el rendimiento de los estudiantes, los
maestros y las instituciones, para mejorar la competitividad de la futura
población laboral.
Martha Bautista
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