100 Mitos de la Historia de México
En alguna ocasión todos hemos escuchado la frase que dice
que: “quien no conoce su pasado esta condenado a repetirlo”. Es la manera en
como maestras y profesores muchas veces comienzan a abordar sus clases de
historia de México. Es en base a esta premisa que las instituciones educativas
intentan persuadir a los niños y jóvenes de la importancia de estudiar los
sucesos que en algún momento ocurrieron en nuestro suelo nacional. Pero ¿acaso
la historia que nos cuentan en los libros de texto es el verdadero relato de lo
que ocurrió hace años en tierras de nuestros antepasados?
A decir de esta obra de Francisco Martín Moreno, la respuesta
es no. Apoyado en una exhaustiva investigación bibliográfica bastante bien
fundada, el autor pone a nuestra disposición la verdad de muchos cuentos que
durante generaciones nos han contado a los mexicanos. Mitos, como él les llama,
que han perdurado de generación en generación, que han inundado los libros de
texto gratuitos, y que las élites conservadoras, tanto políticas como religiosas
(sin ánimo de levantar disputas), nos han querido hacer creer.
Basta con leer las primeras páginas del libro para comenzar a
cuestionarse acerca de lo que hasta ahora creíamos que conocíamos acerca de
nuestro país. Y para darnos cuenta de que en realidad lo que sabemos no es más
que una verdad formulada, recreada y escrita sobre la verdad original, en base
al criterio y voluntad de unos pocos, que mas allá de procurar el bien de la
nación y la protección de quienes en ella habitan (al contrario de lo que
muchos piensan), la han mantenido en la ignorancia y en la marginación
intelectual durante siglos.
A lo largo de la época colonial y hasta nuestros días,
usurpadores en el poder eclesiástico y político se han valido de la ignorancia
de la gente para reunir seguidores. Y ¿qué es la ignorancia sino el más dañino
enemigo de la historia, del hombre y del progreso económico y social? Es
gracias a esta condición que estos tiranos
se han llevado a la bolsa la riqueza de nuestro país, han dejado en el
rezago la economía, fomentado luchas fratricidas, actuado en contra de la
civilidad y de la patria, y encima de
ello han justificado sus actos en beneficio de la nación o en el nombre de
Dios, sin perder ni un poco del mucho poder, que a través de mentiras y engaños
se han adjudicado.
Entonces ¿de qué manera no estaríamos condenados a repetir
nuestra historia una y otra vez, y a mantenernos en un estado de estancamiento,
desigualdad y rezago si en realidad no conocemos en dónde comenzaron nuestros
problemas? ¿Cómo podríamos crear un verdadero cambio en nuestro país si además
de no ser una sociedad civil organizada, nos valemos de una patria mal gastada
y cubierta de mentiras? La ignorancia que la alta burguesía ha insistido en mantener
y en la que se ha educado a millones de mexicanos, es la principal razón por la que no
hemos sido capaces de aceptar nuestro origen y encarar nuestro futuro con
decisión y valentía.
Una continua muestra de manipulación caracteriza a la
sociedad mexicana, y ha sido eso mismo lo que ha roto con el verdadero
patriotismo y la fraternidad de nuestro pueblo. La división de la gente en
distintos bandos, dirigidos por liberales y conservadores en su momento, ha
sido la causa de la actual desorganización social que se vive al interior de
cada estado del país y de la falta de una identidad uniforme que cubra todo el
territorio nacional. Las disputas imparables por el poder máximo de la nación y
por mantener los intereses privados tanto de la burguesía como del alto clero
de la Nueva España durante la época colonial y contemporánea, dieron lugar a
luchas sangrientas que ocasionaron innumerables pérdidas civiles y gran
destrucción del territorio nacional.
La influencia de la religión española y su afán de “salvar”
la vida de los impuros convirtiéndolos al catolicismo, es la mayor causa del
rezago educativo que vive hoy en día el sistema educativo mexicano, y uno de
los mayores casos de manipulación colectiva en toda la historia. La prohibición
de libros y textos científicos, el rechazo de las ideas de la ilustración, la
creación de escuelas y conventos católicos, el perdón a cambio de la fe en
Cristo, el castigo a la libertad de culto y a la libertad de expresión, son
algunas de las acciones que la iglesia utilizó (y en muchos casos sigue
utilizando), para controlar al pueblo y para separarlos cada vez más del uso de
su razón, del conocimiento y de la sabiduría. Todo para mantener calladas a las
masas y enriquecerse al mismo tiempo de sus ya de por sí pobres bolsillos.
La exasperante xenofobia que se ha inculcado en el corazón de
todos los mexicanos, que atribuye a los extranjeros las desgracias nacionales y
la extorsión económica y social que se vivió durante repetidas ocasiones, no
son más que una estrategia para deslindarse de la responsabilidad que el
militarismo y el clero han tenido sobre las decisiones más antipatrióticas de
nuestra historia. En muchas ocasiones ellos se encontraban detrás de las
invasiones que sufrió nuestro país y en otras se hicieron de la vista gorda,
dando así su consentimiento a la violación de nuestra soberanía. Eso ha dado
como resultado la mediocridad de nuestros habitantes, refugiada detrás de una falsa
creencia de que nuestro presente es resultado de la invasión española y
estadounidense que tanto daño hicieron a nuestra identidad, en lugar de
fomentar la proactividad de todo el pueblo en búsqueda de un futuro mejor.
Esos y otros engaños son los que la historia nos ha escondido
a lo largo del tiempo, y que, más que los propios hechos en sí, son lo que más
daño han hecho a México. Esta bola de mentiras detrás de las cuales se protegen
los mandatarios públicos y los dirigentes de la iglesia católica mexicana, son
las causas de problemas de identidad y de progreso que sufrimos hoy en día.
Pero el conocer estos hechos no debería tener como objetivo refugiarnos en una
verdad “verdadera” , para culpar a los actores de nuestra historia de nuevo por
nuestro presente, sino el de entender la serie de hechos que han definido el
rumbo de nuestro país, y evaluar la mejor manera de contrarrestar sus efectos.
Más que generar un nuevo odio, ahora hacia quienes en verdad merecerían
sufrirlo, esta lectura es una invitación a todos los mexicanos a reflexionar y
a cuestionarse si nuestra situación actual es un producto de todos nosotros, o
es a lo que nos han orillado las mentiras de unos cuantos, pero no con el fin
de quedarnos de nuevo con las manos cruzadas, sino con el de unir de nuevo a la
sociedad civil para reclamar de buena vez lo que es suyo y trabajar en una nueva
historia de México. Una que esta vez escribamos nosotros.
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