Por: Michel Garay Rivera
La globalización es un
proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que consiste en la
creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unificando sus mercados, sociedades y
culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y
políticas que les dan un carácter global.
La globalización es a menudo identificada como un proceso
dinámico producido
principalmente por las sociedades que viven bajo el capitalismo
democrático o la democracia liberal y que han abierto sus puertas a la revolución informática, plegando a un
nivel considerable de liberalización y democratización en
su cultura política, en su ordenamiento jurídico y económico nacional, y en sus
relaciones internacionales.
Este
proceso originado en la Civilización
Occidental y que se ha
expandido alrededor del mundo en las últimas décadas de la Edad Contemporánea(segunda mitad del siglo XX)
recibe su mayor impulso con la caída del comunismo y el fin de la Guerra Fría, y continúa en el siglo XXI. Se caracteriza en la economía por la integración de
las economías locales a una economía de mercado mundial donde los modos de producción
y los movimientos de capital se configuran a escala planetaria (Nueva Economía) cobrando mayor importancia el rol de las empresas multinacionales y
la libre circulación de capitales junto con la implantación definitiva
de la sociedad de consumo. El ordenamiento
jurídico también siente los efectos de la globalización y se ve en la necesidad
de uniformizar y simplificar procedimientos y regulaciones nacionales e
internacionales con el fin de mejorar las condiciones de competitividad y seguridad jurídica, además de
universalizar el reconocimiento de los derechos fundamentales de ciudadanía. En la cultura se
caracteriza por un proceso que interrelaciona las sociedades y culturas locales
en una cultura global (aldea global), al respecto existe
divergencia de criterios sobre si se trata de un fenómeno de asimilación occidental o de fusión multicultural. En lo tecnológico la globalización
depende de los avances en la conectividad humana
(transporte y telecomunicaciones) facilitando la libre
circulación de personas y
la masificación de las TICs y el Internet.
En el plano ideológico los credos y valores colectivistas y tradicionalistas causan
desinterés generalizado y van perdiendo terreno ante el individualismo y
el cosmopolitismo de
la sociedad abierta. Mientras tanto en la política los gobiernos van perdiendo atribuciones ante lo que
se ha denominado sociedad red, el activismo cada vez más gira en torno a las redes sociales, se ha extendido la transición a
la democracia contra los regímenes despóticos, y en políticas
públicas destacan los esfuerzos para la transición al capitalismo en algunas de las antiguas economías
dirigidas y la transición
del feudalismo al capitalismo en
economías subdesarrolladas de algunos países aunque con distintos grados de
éxito. Geopolíticamente el mundo se debate entre la unipolaridad de la superpotencia estadounidense
y el surgimiento de nuevas potencias regionales,
y en relaciones internacionales el multilateralismo y
el poder blando se
vuelven los mecanismos más aceptados por la comunidad internacional.
La
valoración positiva o negativa de este fenómeno, o la inclusión de definiciones
o características adicionales para resaltar la inclusión de algún juicio de
valor, pueden variar según la ideología del
interlocutor. Esto porque el fenómeno globalizador ha despertado gran
entusiasmo en algunos sectores, mientras en otros ha despertado un profundo
rechazo, habiendo también
posturas eclécticas y moderadas.
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